La evidencia indica que la salud mental está siendo la más castigada fruto de las consecuencias psicológicas que a día de hoy sigue generando la pandemia de Covid-19.
La cuarentena y el aislamiento social, han servido para salvaguardar vidas; pero por otro lado han tenido como consecuencias directas, un peaje muy negativo en la salud mental. Basta con realizar una revisión bibliográfica y documental con palabras clave como: impacto psicológico, cuarentena o aislamiento social, para concluir que nos enfrentamos a una nueva realidad para la que necesitamos nuevas herramientas con las que combatir a una problemática que ha venido para quedarse.
Las manifestaciones psicológicas reportadas con mayor frecuencia en
todos los estudios que se van publicando, hacen referencia a trastornos
emocionales, depresión, estrés, apatía, irritabilidad, insomnio,
trastorno de estrés postraumático, ira o agotamiento emocional. El dato
más alarmante sería que hoy en día alrededor del 60% de la población
sufre alguno de estos trastornos. A este dato, debemos añadir la
estigmatización social de todo el proceso que agrava el malestar
psicológico.
Desafortunadamente como en otras ocasiones, el debate se dirige hacia la
falta de claridad de los mensajes, la falta de trasparencia o a
problemáticas de diferente índole que tratan de buscar
responsabilidades, ante la cada vez más fuerte presión social. Y es
cierto, prever las consecuencias negativas del encierro hubiera sido
necesario y sin lugar a dudas se debieran de haber fortalecido los
servicios de salud mental, tanto en la dimensión asistencial como
científica y en la educación. Es en esta última, en la que me gustaría
hacer un especial hincapié.
Entender la educación como un elemento vivo, exige estar a la vanguardia
de los últimos acontecimientos y salvaguardar la principal premisa que
para mí como especialista en el ámbito de la psicopedagogía es:
“conseguir la mejor versión de cada alumno”. Por ello, debemos
plantearnos qué es lo que necesitan nuestras aulas hoy en día y por
supuesto entender que no podemos seguir utilizando las mismas
herramientas que hace dos años; ya que la situación ha cambiado. El
aislamiento social, la incertidumbre, el encierro y cada contexto
individual del alumno ha tenido unos efectos que debemos conocer y
actuar de forma responsable sobre ellos.
El currículo en la actualidad trata de un conjunto de objetivos que
expresan conductas que el alumno debe alcanzar tras la intervención
educativa, currículo que elaboran los técnicos y que los maestros y
profesores deben de aplicar para conseguir lo que se considera éxito
académico. Pues bien, lo responsable hoy en día para conseguir dicho
éxito, exige conseguir una salud emocional que permita dicho proceso.
La educación emocional, no debe ser exclusivamente una parte del proceso
educativo, su aplicación ha de ser continua y permanente, usándose como
eje vertebrador para el desarrollo del alumnado; ya que es la vía más
certera para la consecución de los objetivos. Capacitarles para la
realidad histórica actual pasa por conseguir su bienestar personal y
social. Sin competencias emocionales, poco o nada conseguiremos en las
demás áreas.
Habilidades como: la conciencia emocional, la regulación emocional, las
habilidades sociales y competencias para la vida y el bienestar o la
autonomía personal mejoran el desarrollo cognitivo, aumentan la
afectividad y aseguran el desarrollo integral.
Por otra parte: el autoconocimiento, la autorregulación, la motivación y
la empatía son las cuatro dimensiones en las que debemos centrarnos
para solventar y tratar de recuperar el bienestar perdido en estos dos
últimos años.
No es posible educar o enseñar a un alumno sin una buena higiene mental;
ya que éste necesita gozar de libertad y capacidad de elección.
De cualquier forma, debemos acudir a la responsabilidad social y a la
humanidad, y si advertimos a nuestro alrededor de alguna persona que
pueda estar pasando por un proceso patológico de salud mental debemos
mostrarle nuestro apoyo, y por supuesto recomendarle que se ponga en
manos de un profesional. La única fórmula para desestigmatizar la salud
mental es visibilizándola y normalizándola.
https://avilared.com/art/60147/la-importancia-de-la-educacion-emocional-en-pandemia
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